Transiciones || Por Víctor Alejandro Espinoza

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Voto sin fronteras

Uno de los precursores del voto de los mexicanos en el extranjero es sin duda Raúl Ross Pineda. El lograr que los mexicanos de fuera pudieran ejercer derechos políticos a distancia fue producto de una larga lucha de militantes y políticos migrantes, líderes con una idea clara del valor del sufragio extraterritorial.

Reconstruir la historia política de personajes como Ross Pineda o Primitivo Rodríguez resulta fascinante.

Por fortuna, Ross Pineda ha dejado constancia de las luchas emprendidas para lograr, finalmente el 30 de junio de 2005, la legislación secundaria que posibilitó la primera experiencia del voto a distancia en las elecciones presidenciales de 2006. No fue fácil y los obstáculos de partidos y actores políticos fueron muchos. Había una fuerte oposición de buena parte de la clase política por permitir que la diáspora votara en elecciones nacionales.

Un libro clásico al respecto es “Los mexicanos y el voto sin fronteras”, de Raúl Ross Pineda, publicado en 1999 por la Universidad Autónoma de Sinaloa y que cuenta con un prólogo del académico de la Universidad Estatal de California en Fresno, Jesús Martínez Saldaña. Brinda un panorama general del estado que guardaba la lucha por extender los derechos políticos de los paisanos hasta 1999, previo a las elecciones presidenciales de 2000. El libro permite entender que había una fuerte tensión entre el régimen priista y diversos actores políticos y académicos de izquierda. Para los funcionarios y académicos priistas, el voto no debería otorgarse a la diáspora porque, entre otras razones, se volcarían contra el gobierno en turno, sería imposible organizar elecciones en el exterior o porque la migra apresaría a los indocumentados al momento de acudir a las urnas.

Otra de las diferencias fundamentales entre los activistas y los funcionarios del régimen fue en torno a la llamada Ley de No Pérdida de la Nacionalidad que entró en vigor el 21 de marzo de 1998. Para líderes como Ross Pineda, la prioridad era la extensión de los derechos políticos, ámbito en el que colocaba al sufragio extraterritorial. Para los políticos y académicos del régimen, su apuesta era en el plano de la nacionalidad y su conservación al adquirir otra ciudadanía, como la estadounidense. Ello corresponde, nos dice Ross Pineda, a los derechos económicos y sociales. En ese sentido, son cosas diferentes. El autor sostiene, que las diferencias se entienden porque la doble nacionalidad fue una “iniciativa impulsada desde el Estado y el voto en el extranjero es una demanda de la sociedad civil” (p. 84).

En este y otros trabajos, Ross Pineda, realiza una verdadera arqueología de ambos temas (doble nacionalidad y voto en el extranjero) y pone en su sitio a todos los actores. Conoce los problemas de la diáspora por experiencia propia. Ingresó a Estados Unidos de manera indocumentada en 1986 y desde entonces se incorporó a las luchas y demandas políticas de los inmigrantes mexicanos desde la ciudad de Chicago. Ross Pineda desenmascara a los que se adjudican falsas paternidades y nos muestra lo que hay detrás de las iniciativas y luchas reivindicatorias. “No deja títere con cabeza”. Pero su apuesta principal es por el derecho al voto de la diáspora. En el momento de publicar el libro su preocupación es que no estuviera lista la legislación secundaria para hacer posible el voto en las elecciones presidenciales del 2000. Y no la estuvo. Años después, en 2005 y gracias a la Coalición de Mexicanos en el Exterior Nuestro Voto en el 2000, del cuál sería uno de los líderes indiscutibles, fue posible aprobar la normatividad que se tradujo en la primera elección votada desde el exterior en 2006. Fueron capaces de entender que era el primer paso en la dirección del reconocimiento de plenos derechos políticos. No echaron por la borda el esfuerzo que hubiera sido jugársela al todo o nada desde el principio. Aceptaron una opción gradualista: voto en elecciones presidenciales y por vía postal. Para a partir de ahí ir avanzando de manera paulatina; como fiel reflejo de la historia del cambio político en México.

El pasado lunes 13 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera dijo algo por lo que líderes como Ross Pineda han luchado: ampliar los medios para que los paisanos puedan votar. “Que se empiece toda una campaña que se convierta en una causa el que puedan votar. Que se den facilidades y que no haya tantas trabas burocráticas; que se busquen mecanismos eficaces y modernos para votar por internet sin acudir a hacerlo de manera presencial; buscar la forma pero que voten todos los paisanos, que son millones y que quieren participar cada vez más en la vida pública de nuestro país”. Sin duda una posición política importante del presidente, pero que tiene que tener su correlato en una reforma político electoral. Volveré sobre esta declaración y sus implicaciones.

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