Leer Entre Líneas║Por Francisco Ruiz

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Martes 14 de septiembre de 2021. En el ritual para elegir al candidato presidencial del partido político oficialista, hasta 1994, el presidente de México tenía la última palabra. En dicho año, Carlos Salinas de Gortari tuvo que levantar la mano a dos candidatos, el primero con un fatídico final y el segundo con un error de diciembre.

El propio “Innombrable”, en diversas entrevistas y declaraciones, ha citado a diversos pensadores, ello me hace recordar aquel principio que se le atribuye a Julio César: divide y vencerás (traducción del latín: divide et impera).

López Obrador parece haber adoptado dicha estrategia. Comenzó desde hace tiempo, sin embargo, los líderes de la oposición apenas sintieron el “jalón”. Bastaría con hacer una lista con los nombres de expanistas y expriistas que ahora votan o cobran en gobiernos morenistas. Desde Aguascalientes hasta Zacatecas, no hay excepciones en esta “transición” partidista.

Aun así, la inclusión de dos -ahora- exgobernadores de la oposición en su gobierno, fue un golpe duro y muy certero, les dolió y mucho. Tanto, como para -literalmente- amenazar con quitarles su militancia. Pero ¡¿quién los entiende?! Si justamente el año pasado, el líder nacional del partido político más antiguo de México propuso reformar sus normas internas para otorgar licencias a la militancia para que les permitieran -a los interesados- trabajar para gobiernos distintos a su color, eso sí, siempre que pidan permiso. Acaso, ¿será ese el “dolor”? ¿Será que su reacción fue porque no les avisaron? Tal parece que aplauden a los huyeron del barco y a quienes quieren quedarse, les hacen el “fuchi”.

Con o sin berrinche, Andrés Manuel le movió más que el “tapete” a sus dos principales competidores. Aunque el movimiento en el tablero de ajedrez político también sacudió a las huestes de MORENA, pues, mientras el canciller Marcelo Ebrard aspira a seguir ganando puntos con sus frecuentes visitas al aeropuerto, ya sea para recibir vacunas o refugiados, o para tomar vuelos hacia el extranjero, le andan comiendo el mandado.

Hay quienes aseguran que el mero-mero de Palacio Nacional se está inclinando por impulsar a alguien de su “creación” (recordemos que Marcelo es su carnal, mas no su discípulo). Así que, dicen algunas lenguas que el gallo del señor López es gallina, y no se llama Josefina.

Unos apuntan a Claudia Sheinbaum, otros a la no primera dama, Beatriz Gutiérrez. Bastan los enormes espaldarazos que el presidente ha dado a la jefe de Gobierno de la Ciudad de México en temas tan escabrosos como la falla en el sistema del Metro. Y, por otro lado, el protagonismo que concede a su señora esposa, a nivel nacional e internacional y hasta una buena lana le quiere asignar para el Presupuesto del 2022. Probablemente esté pensando en seguir los pasos de algunos expresidentes argentinos sin quedarse con las ganas, como fue el caso de Vicente Fox y señora.

Desde mi perspectiva, los “tapados” andan muy adelantados, dado que, estratégicamente, las pre-precampañas comienzan dos años antes. Se andan moviendo mucho antes y, como dijera Fidel Velázquez: “el que se mueve, no sale en la foto”. Además, más que al antiguo ceremonial tricolor para elegir a su sucesor, las tácticas de AMLO me recuerdan a la elección presidencial de 1880, cuando Porfirio Díaz alebrestó a toda la gallera para, finalmente, decidirse por quien más le convino.

 

Post scriptum: “A todos diles que sí, pero no les digas cuando, así me dijiste a mi, por eso vivo penando”, son de La Negra (extracto).

* El autor es doctorando en Derecho Electoral y asociado individual del Instituto Nacional de Administración Pública.

 

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