Desde Chapultepec // Por Joatam de Basabe

Del abuso de las grúas

A todos nos ha tocado alguna vez ser víctima de las grúas de arrastre, esas que te cobran mucho más de lo justo y te hacen pasar un viacrucis para recuperar el auto, mismo que en ocasiones está dañado de la carrocería y a veces hasta le faltan piezas o artículos del interior.

A mí me tocó hace un par de años, antes de que hubiera pandemia, contaré mi experiencia sin ánimos de justificarme o hacerme la víctima, sino de ilustrar el punto. Conducía por la avenida Pedro Loyola y de pronto mi auto se descompuso (ya hemos hablado de él antes, es un Focus con 20 años de uso), no me quedó más remedio que empujarlo y hacerlo a la orilla, sobre el bulevar Estancia.

Lo puse en la única parte que no era ni entrada o salida, ni estaba reservado con amarillo, azul o rojo, sin embargo, técnicamente estaba estacionado en sentido contrario. Consciente de eso regresé en cuanto pude, horas más tarde, ya de noche, y el auto no estaba. No había manera de saber si se lo habían robado o se lo había llevado la grúa, entonces comenzó el proceso para ubicarlo.

Al acudir a la estación central de la policía municipal me dijeron que efectivamente la grúa se había llevado el auto al corralón, mismo que está ubicado en la periferia de la ciudad, en la colonia Gómez Morín, pero como se atravesaba el fin de semana, debía esperar hasta el lunes para recuperarlo. Pero antes de eso debes pagar la multa y comprobar que eres dueño del vehículo, para que te den la carta de liberación.

Va uno por la factura del auto, se entrevista con el juez calificador, paga la multa, recibe la carta de liberación y entonces sí, puedes ir por tu vehículo al dichoso corralón, y allá debes pagar lo correspondiente al arrastre del vehículo y a los días que estuvo “en resguardo”. En mi caso le rompieron la defensa al arrastrarlo (y sigue rota) pero ese no es el punto.

El detalle es que las cuentas nunca cuadran, porque la Ley de Ingresos del Municipio de Ensenada sólo autoriza cobrar menos de 700 pesos por concepto de arrastre, sin embargo, usualmente cobran mil 500, es decir más del doble, y a eso a veces le suman otros cargos “por maniobras”, más los días de almacenaje.

El Ayuntamiento, que es el que otorga la concesión a la empresa de arrastre, se deslinda de los cobros irregulares, ya que no se efectúan en las cajas recaudadoras del Gobierno Municipal, no obstante, sí debería haber una supervisión para corroborar que los cobros que se hacen sean dentro del marco legal, y de lo contrario, retirar la concesión.

Por otra parte, otro ángulo de este tema es que se ahuyenta el turismo con este tipo de abusos. Imagine usted a un vacacionista que dejó mal estacionado su auto en la calle Primera o el bulevar Costero y que deba enfrentar este viacrucis para recuperar su vehículo, incluyendo tener que quedarse hasta el lunes para sacarlo del corralón, ¿cuántas ganas considera que le queden de volver?

Si por lo menos pudieran pagar las multas en la estación de policías de la calle Obregón, entre Segunda y Tercera (actualmente no hay caja abierta ahí), o si pudieran recoger su auto al momento en un corralón cercano, sería diferente la historia que contarían de la ciudad al volver a su lugar de residencia.

Tan sólo durante la primera mitad de este año, con todo y pandemia, ingresaron a Ensenada, por la carretera Escénica, más de dos millones de vehículos, de los cuales se estima que el 80 por ciento corresponden a turistas, con ello se puede dar una idea de la relevancia de atender este tema.

*Periodista y comunicólogo.

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